El Mito del Halcón y la Escalera del Cielo

Hace mucho tiempo, en un valle escondido entre montañas verdes y senderos dorados, vivía un halcón solitario llamado Elion. Era fuerte, pero inquieto. Aunque podía volar alto, sentía que su destino no estaba en los cielos que conocía, sino más allá de ellos, en un lugar que ningún ala había tocado.

Un día, mientras Elion sobrevolaba el sendero que serpenteaba entre colinas, divisó algo extraño: una escalera hecha de luz y ramas, que se alzaba desde la tierra hasta desaparecer en las nubes. No había cimientos ni techo al que sujetarse, solo flotaba, firme y resplandeciente, como si un poder invisible la sostuviera. A sus pies, el camino terminaba. No había otra dirección.

Elion descendió, se posó sobre una roca y contempló la escalera. Su corazón ardía con deseo de subir, pero sus garras no estaban hechas para escalar. Entonces escuchó la voz del Viento:

Esta es la Escalera del Propósito. Solo quienes han caminado su camino hasta el final pueden subir, no con alas, sino con coraje. Deberás dejar de volar y aprender a ascender con paciencia, paso a paso.

Elion dudó. Dejar sus alas era como renunciar a su identidad. Sin embargo, sabía que si se quedaba en lo conocido, jamás descubriría quién podría llegar a ser.

Durante siete días y siete noches, Elion buscó ramas, fibras y lianas. Usó su pico y sus garras para tejer una forma diferente de sí mismo, convirtiéndose poco a poco en algo más que un halcón: en un viajero del alma.

Finalmente, se aferró al primer peldaño y comenzó a subir. A cada paso, su cuerpo se volvía más ligero, no porque se hiciera menos, sino porque dejaba atrás el peso de la duda. A medida que ascendía, el paisaje terrenal se desdibujaba y una nueva visión le era revelada: el sendero no terminaba abajo, sino que continuaba arriba, en una dimensión donde todo lo que se había sembrado en el corazón daba fruto eterno.

Desde entonces, se dice que los viajeros que llegan al final del camino pueden ver, en días claros, una escalera suspendida entre el cielo y la tierra, y un halcón que los observa desde las alturas, como guía de los que están listos para subir más allá de sus límites.

Moraleja
Solo quienes están dispuestos a dejar sus certezas y transformar su manera de avanzar, pueden descubrir el camino que lleva más allá de lo visible. El verdadero ascenso no es con alas, sino con propósito.

Comentarios